jueves, 4 de febrero de 2010

SUPERFICIE DE LA CCAA.DESCRIPCION DE LA MISMA

Geológicamente joven, la región andaluza aparece como si se tratara de un capricho de la naturaleza deseosa de llenar el gran mar que hace millones de años separaba las grandes masas continentales de Eurasia y Godswana y de buscar su acercamiento entre el sur y el norte.
Las sierras Béticas, surgidas con los movimientos alpinos de la Era Terciaria y la lenta acción del Guadalquivir colmatando con sedimentos su extenso valle, fueron construyendo esta región, añadiéndola a la antiquísima meseta de la Península Ibérica y cerrando el mar hasta dejarlo constreñido por un paso que hoy se conoce como el Estrecho de Gibraltar, donde las columnas de Hércules marcaban, a poniente, el fin del mundo, la frontera con el Mar de las Tinieblas de los primeros navegantes originarios del extremo oriental del Mediterráneo, hace más de tres mil años.También se situaban en estas latitudes las Hespérides, las hijas de Atlas que cultivaban un fecundo jardín con manzanas de oro, y las fértiles praderas donde pastaban los bueyes de Gerión, señor mítico del reino de Occidente. Fueron estos parajes la bíblica Tarsis, emporio de plata del rey Argantonio que abasteció de riquezas las obras de Salomón. Y es que desde los tiempos en que la historia se funde con la leyenda, esta región, puente entre conti nentes, siempre ha ejercido un irresistible atractivo sobre sus vecinos por su posición estratégica, por su abundancia y la bondad de sus condiciones, que la convirtieron en foco de poderosas civilizaciones. Una tierra de promisión.La posición geográfica de Andalucía puede definirse como privilegiada, vértice de encuentro de Europa y Africa y de los mares que durante muchos siglos fueron los protagonistas de la historia: el Mediterráneo y el Atlántico. De norte a sur, Andalucía se extiende por algo más de dos grados latitudinales, entre los 38º44' y los 36º00' del hemisferio norte, en el corazón de la zona templada, diferenciada de las regiones frías septentrionales y de la tórrida calidez de los trópicos. De este a oeste, son aproximadamente seis grados de recorrido entre su límite más oriental de las costas mediterráneas de Pulpí y el río Guadiana, frontera natural con tierras portuguesas. Discurre desde 1º37' a 7º31', muy cerca por tanto del meridiano de Greenwich y con el mismo horario solar, a lo largo de unos quinientos kilómetros.La superficie de Andalucía comprende 87.268 kms. cuadrados, representando el 17,3% del territorio español. En Europa, Andalucía supone el 3,7% de la superficie total de la Comunidad, superando en extensión a países como Bélgica, Holanda, Dinamarca, Austria o Suiza. La superficie andaluza resalta aún más si se la compara con la de Portugal, a la que casi iguala, o Japón, de la que supondría una cuarta parte. La diversidad de los paisajes y territorios que la integran es otro de los rasgos más singulares de la geografía andaluza. Conforma un mosaico de contrastadas formas que van desde el ancho valle del Guadalquivir a las altas cumbres de Sierra Nevada, desde las áridas y volcánicas tierras almerienses del Campo de Níjar a la zona más lluviosa de España en el nacimiento del río Guadalete, en plena Sierra de Grazalema (Cádiz), con precipitaciones que llegan a superar los 4.000 litros al año. El dilatado perfil costero de Andalucía desarrolla unos novecientos kilómetros, segundo en longitud de entre las comunidades autónomas españolas después del de Galicia, determinante de su marcada orientación marítima. Las costas andaluzas configuran extensas playas arenosas, que predominan en la fachada atlántica, y líneas de acantilados, más frecuentes en el levante mediterráneo. El valle del Guadalquivir, que los árabes denominaron Gran Río, constituye el eje fundamental en la configuración física de Andalucía. Desde las fuentes del Guadalquivir en las sierras de Cazorla y Segura hasta las marismas de Doñana que contactan con el océano Atlántico, despliega una cuenca hidrográfica que abarca el 65% de la región y determina una Andalucía de tierras bajas que deja penetrar la influencia marina hacia el interior. Encajado entre las cordilleras Béticas al Sur y la Sierra Morena al Norte, el valle del Guadalquivir se convierte en elemento vertebrador de Andalucía y en el lugar de confluencia de los numerosos ríos y arroyos que nacen en las tierras altas de las serranías circundantes.Los ríos Guadalquivir, con sus afluentes Genil, Guadiana Menor, etc., y otros grandes ríos como el Guadiana, Tinto, Odiel y Guadalete, cuyas aguas van a desembocar al Atlántico, o los ríos Guadiaro, Guadalhorce, Guadalfeo, Adra, Almería, Almanzora y otros que vierten en el Mediterráneo, son los protagonistas de la variada red hidrográfica andaluza, unas veces con grandes caudales, otras secos, en sus frecuentes estiajes, formando ramblas, típicas del paisaje almeriense. Los embalses construidos introducen un factor de regularidad en este régimen fluvial. Los ríos de la fachada atlántica arrojan las cifras más elevadas en cuanto a caudal y longitud, ostentando la primacía el Guadalquivir con casi 670 km. Los cursos atlánticos desembocan en amplios estuarios de complejas formaciones de marismas y barras arenosas. Los de la vertiente mediterránea, por el contrario, son ríos de menor longitud, aunque con caudales a veces notables, que suelen formar deltas en sus desembocaduras. El abrupto relieve que llega hast a la misma costa es el factor decisivo de sus dimensiones. Una serie de zonas húmedas (ría del Tinto-Odiel, Doñana, Bahía de Cádiz, Adra, etc.), con marismas y albuferas, los acuíferos subterráneos y las áreas endorreicas interiores salpicadas de lagunas, como la de Fuentepiedra, completan un somero panorama hidrológico.Andalucía, a pesar del dominio del Gran Valle fluvial, es también tierra montañosa, de relieve contrastado y muy movido, de suelos en pendientes más o menos abruptas, que hacen difícil el acceso a muchas de sus comarcas y lugares. Más de la tercera parte de Andalucía está por encima de los 600 metros de altitud, identificándose en ella los somontanos, altiplanicies y sierras de donde surgen sus más de 46 cumbres que pasan de los 1.000 metros de altura sobre el nivel del mar. Los Sistemas Béticos, al sur, se elevan en la mayor parte de la Andalucía Oriental, interponiéndose entre el valle del Guadalquivir y el mar Mediterráneo. Constituyen un conjunto de relieves profusos y entrelazados (Sierras de Cazorla y Segura, Sierra Mágina, en Jaén, Sierra de los Filabres y Sierra de Gádor, en Almería, Sierra de Ronda, en Málaga) alrededor del impresionante macizo Penibético de Sierra Nevada, coronado por los picos Veleta (3.392 m.) y Mulhacén (3.481 m.), el más alto de la Península Ibérica. Su proximidad al mar, perm ite ,pasar de alturas alpinas cubiertas de nieve a valles y playas subtropicales en tan sólo una cuarentena de kilómetros. La segunda gran unidad de relieve en la configuración física de Andalucía es la Sierra Morena, que recorre de este a oeste el norte de la región, ocupando la mitad septentrional de las provincias de Jaén, Córdoba y Huelva y recibiendo distintas denominaciones según sus tramos (Sierras de Andújar, Cardeña y Montoro, Los Pedroches, Sierra Norte sevillana, Sierra de Aracena). De formas más suaves y menos dramáticas en general que las de las sierras Béticas, Sierra Morena constituye el escalón meridional de los relieves de la Meseta Central española, su limite ante el valle del Guadalquivir.Los aspectos geológicos distinguen en Andalucía desde las pizarras, cuarcitas y rocas intrusivas, como el granito, que se combinan en Sierra Morena hasta las calizas y mármoles, micas, esquistos y rocas volcánicas de la enorme variedad litológica de la Cordillera Bética. Las afloraciones de minerales, metálicos (cobre, hierro, plomo, zinc) o no metálicos, no escasean. En los valles y la depresión bética, se acumulan limos, arcillas, margas, gravas y arenas, que por último cierran las costas.La topografía y el clima, mediterráneo, templado oscilante entre la humedad y la aridez, coadyuvan a la heterogeneidad de suelos y vegetación. En conjunto, un tercio de los suelos andaluces están clasificados como buenos o excelentes para su uso. Los profundos suelos negros del valle del Guadalquivir se hallan entre los mejores de España, como los pardos de las vegas de Granada y Antequera, mientras las serranías, con intrusiones de suelos rojos mediterráneos, adolecen de suelos más pobres. La cubierta vegetal natural de este territorio, con la presencia de encinares, alcornocales, acebuchales, quejigares, pinares y dilatadas formaciones arbustivas, convive con la mayor extensión proporcional que hoy cubren las tierras cultivadas. Sucesión de olivares acompañando campos de labor, viñedos, regadíos y arrozales en las tierras bajas, campiñas y lomas. Dehesas y pastizales, bosques y monte cerrado en las sierras.En el contraste paisajístico de Andalucía se distribuye una población de siete millones de habitantes. La mayor parte de ellos reside en una red de ciudades que se hace más tupida en las costas y el valle. Las capitales de las ocho provincias (Almería, Cádiz, Córdoba, Granada, Huelva, Jaén, Málaga y Sevilla) y Jerez de la Frontera se sitúan a la cabeza en cuanto a efectivos demográficos, siguiéndolas un nutrido grupo de ciudades intermedias hasta llegar a los minúsculos pueblos serranos, cortijos y alquerías. Paisaje natural y humano que hizo las delicias de visitantes desde los tiempos primeros, y recibió la atención de autores clásicos. Fuente de inspiración y escenografía de mundos literarios, está presente en Cervantes y en las aventuras de Don Juan. Ideal, por sus claroscuros, para el genio romántico, se convirtió en destino inexcusable de viajeros y en pionera del turismo.

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